Los cambios de gobierno son el mejor reflejo de la realidad que se vive en nuestro país, independiente que estos se verifiquen entre el mismo o partidos contrarios.
Nada mejor que este evento para sacar a luz la tremenda debilidad del Estado Hondureño como ente organizado, pese a que llevamos ya siete procesos electorales al hilo.
El ejemplo mas notorio de esta debilidad es la carencia de una memoria institucional del Estado. Siempre que se produce un cambio, el mayor problema que encuentran las nuevas autoridades es la falta de información actualizada y veraz, que permita conocer la real situación del organismo o institución que asumen.
Otro ejemplo es el manejo de los bienes del Estado. La tendencia es pensar que dichos bienes son un botín de guerra, de los cuales se puede disponer según el libre albedrío de los encargados de administrarlos.
Un tercero es considerar al gobierno como empleador de primera instancia. La carencia de empleos en el sector privado, el hecho que los desempeños son menos exigentes, o creer a pie juntillas que es un error vivir fuera del presupuesto nacional son algunas de las razones que incentivan a miles de compatriotas a buscar una colocación en el gobierno, con el consecuente menoscabo en las finanzas publicas.
Los mas patéticos son aquellos «grandes personajes,» que con tal de seguir disfrutando del erario publico, sin importar que partido gobierne, manipulan y engañan, haciendo creer a quien los escucha, que si ellos no están ejerciendo funciones publicas, el país se desintegra.
De seguir gobernada bajo estas condiciones, Honduras corre el riesgo de desaparecer como un estado democrático.
A los nuevos gobernantes tocara decidir si continúan con este “status quo” o aplicar los correctivos necesarios para eliminar las debilidades y obstáculos que impiden que nuestro país se desarrolle.
El tiempo nos indicara su decisión.
PD: Escrito el 10/04/2006 , desafortunadamente todavía tiene vigencia.